Contando la experiencia

Los niños participan a contraturno del horario escolar. Llegan a Barriletes en Bandada y encuentran un espacio en el cual se despliegan diversos rincones de juego en un territorio único y cada uno elige a qué quiere jugar. El grupo de operadores va acompañando la actividad e interviniendo en la medida de la necesidad. Además, tenemos un espacio de "lavado de las manos" y merienda o desayuno, atendiendo las necesidades básicas.
Lo primero que nos propusimos fue lograr confianza a través de la estabilidad. Ellos saben que llegan y que nosotros estamos, hay alguien que los espera, que se interesa por ellos, los ayuda a higienizarse, les pone crema en las manos partidas para que no duelan tanto, generando un espacio de contacto… Cuentan con la cantidad de tazas de leche que quieran tomar, además, pueden elegir con qué la quieren (chocolate, malta, capuchino…), qué quieren comer, siempre tenemos por lo menos tres posibilidades; pueden elegir con qué quieren la leche, pero no pueden elegir no tomar leche. Momentos en los que se trabajan los límites, que hacen a un trato de cuidado. Esto lo hacemos sabiendo que “a pensar y elegir se aprende y poco a poco se va construyendo pensamiento crítico”. Estos niños se alimentan, cuando funcionan, en comedores comunitarios donde no se elige nada, ni ponerle un poco más de sal a la comida.
Estos chicos no tienen registro de adultos preparando su sustento, por tal motivo el hecho que los operadores preparen la comida es fundante de relación de cuidados.
A través de los rincones lúdicos, desplegados espontáneamente por los niños, se trabajan las problemáticas que traen. Las temáticas que se reiteran están relacionadas al hogar de menores; los padres borrachos, que pegan o desaparecen; el consumo de drogas; los bebés que tiran y/o matan en el basural; el robo; la policía; la oficina de planes sociales; el abuso; la trata; la visita a la cárcel; la naturalización de los malos tratos y el golpe; el sometimiento a los hermanos mayores; las dificultades escolares. Estas situaciones que viven en su vida cotidiana las recrean en Barriletes en Bandada, a través de unidades de juego que son habilitadas y sostenidas por los operadores que funcionan como “tercero de apelación”, lo cual da lugar a la expresión de las emociones suscitadas por las mismas. Se desnaturalizan las situaciones, dando lugar a la angustia, los miedos, el dolor.
Lo terapéutico se centra muy fuerte en que aún en las peores condiciones, cuando un niño puede jugar, sostenido desde un adulto, hay posibilidad de elaboración de lo traumático. No estamos diciendo que acá no pasa nada, sino nuestra premisa es de la desesperanza a lo posible.